Todos quienes hermoso trabajado alguna vez en una empresa, hemos tenido dentro de la estructura organizacional a un jefe. Sin embargo, cuántos de nosotros tuvimos la suerte de tener a un jefe, que además fuese líder positivo; pues son dos personas muy distintas. Mientras que el jefe ocupa solo una posición jerárquica dentro de la organización, el jefe que además es líder, posee cualidades extraordinarias que influencian positivamente y que trascienden en el tiempo, debido a su capacidad de enrolar, inspirar, orientar y motivar. Es así como este se convierte en un verdadero “faro” que guía a su equipo a buen puerto (léase al logro de sus objetivos) en la inmensidad del océano corporativo, empresarial o de gobierno.
A lo largo de mis 28 años de carrera profesional, tuve algunos jefes y algunos líderes trascendentes, de ambos aprendí mucho; pero especialmente de los segundos. Gracias a ellos pude desarrollar mi verdadero potencial, aprender de su experiencia, motivarme e inspirarme con su ejemplo, y simplemente entender que lo que hago me hace feliz.
Recuerdo con gratitud a uno de ellos, quien no solo apostó por mí, sino que me asignó tareas retadoras que me exigieron al máximo, permitiendo desarrollar todo mi potencial y descubrir cualidades de liderazgo importantes para mi desarrollo. Su confianza y apoyo permanente a mis ideas, fueron factores invaluables para el éxito de mi misión y cuando me equivocaba no dudaba en acudir a él para buscar orientación y siempre me decía “en qué fallamos”, en plural, y buscábamos juntos soluciones. Para él lo más importante era el concepto de equipo, era firme cuando ameritaba; serio, pero de manera positiva, y buscando la mejor solución. Finalmente se convirtió en alguien a quien respeto y admiro mucho.
Pero cómo dar ese salto cualitativo para pasar de ser un simple jefe a un líder trascendente.
El primer paso que a mi criterio debemos dar, es poner a nuestro equipo como eje principal de crecimiento y desarrollo; por ende, siendo nosotros parte de él, vamos a crecer de manera exponencial.
El líder trascendente siempre es un “rol model” dentro y fuera de la organización, es ético. Esto no quiere decir que no pueda cometer errores, pero si los comete, sabe reconocerlo con honestidad.
El líder trascendente siempre se enfoca en la búsqueda de soluciones, no de culpables; busca cuestionar las acciones, no criticarlas; es humilde con su éxito y siempre orgulloso con el de su equipo.
El líder trascendente instruye, motiva, empodera y delega, pero nunca se olvida que sigue siendo su responsabilidad. También orienta, es auténtico, pero sobretodo es respetuoso con lo que hace y lo que dice. Esto no quiere decir que en determinados momentos no deba ser enérgico cuando lo amerita.
Podría seguir enumerando muchas más cualidades, pero prefiero dejar a mis lectores completar esta lista de acuerdo a su experiencia.
En nuestra vida laboral nos encontraremos con todo tipo de jefes, no esperemos que todos sean líderes trascendentes, pues podríamos decepcionarnos. Pero el reto está en tener el coraje de convertirnos en uno de ellos y ser capaces de formar y guiar a nuestro equipo con esta filosofía que beneficiará, no solo a nuestra compañía, sino también a la sociedad en general.
Bien dijo John Quincy Adams, ex presidente de Estados Unidos:
“Si tus acciones inspiran a otros a soñar más, aprende más, hacer más y convertirse en algo más, entonces eres un líder”.
Por: Edwin Fernando Chávez Zavala