Meritocracia

Así es como hoy, en muchas empresas, la llamada “meritocracia” en el trabajo se ha dejado de lado, dando paso a una errónea práctica llamada “dedocracia”.

La “meritocracia” es la forma de posicionar jerárquicamente a las personas con base a su capacidad individual, excelencia profesional y logros. Por otro lado, la “dedocracia” es un criterio de selección más bien político, ligado a la conveniencia o a los intereses de los círculos de poder al interior de las empresas.

La “dedocracia” conlleva a la pérdida del respeto a las estructuras internas de la compañía, enviando mensajes erróneos al resto de los colaboradores de cómo poder alcanzar los puestos claves. Además, desmotiva a los ejecutivos que se encuentran desarrollando carreras exitosas, quienes terminan renunciando a la empresa, la que pierde, en definitiva, a sus talentos más importantes.

En consecuencia, la “meritocracia” hoy sigue siendo, a mi criterio, el mejor camino para asegurar el desarrollo y la permanencia de los ejecutivos, cuyo trabajo y talento contribuyen al éxito y sostenibilidad de las empresas.

“La meritocracia y profesionalización del management está en nuestras manos.”

En los procesos de selección debemos equilibrar la balanza entre la formación académica y experiencia laboral, de manera de garantizar que en las posiciones claves estén personas integrales. La confianza que nos inspire el colaborador también es de gran importancia, y debe ser un criterio adicional a incluir junto al resto de las variables de selección.

La meritocracia y profesionalización del management está en nuestras manos. Es nuestra obligación evitar los compadrazgos y nominaciones a dedo, que disminuyen la credibilidad y atractividad de la compañía y además atenta contra su propio futuro. Debemos respetar la estructura organizacional definida por la empresa y valorar la experiencia laboral y la formación académica de nuestros profesionales. Así permitiremos que ellos tengan un desarrollo transparente y sostenible, que sea coherente tanto con valores personales como con los corporativos.

Por: Edwin Fernando Chávez Zavala

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *